Análisis: Desmantelar el odio y el fascismo en Argentina; entrevista a Estela Díaz
- Internacional
- 13 jun
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Por: Axel Ancira
Coordinación Internacional INFP Morena
El martes 10 de junio, la Corte Suprema de Argentina confirmó la sentencia con la cual la expresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner será inhabilitada políticamente durante toda su vida, además de que la condena a pasar seis años en prisión. Esto constituye el culmen de una persecución política contra la que fuera dos veces Presidenta de la nación, Vicepresidenta en el período de Alberto Fernández, y quien actualmente preside el Partido Justicialista.
La mandataria de 72 años fue acusada por un supuesto favoritismo en la construcción de obras públicas, mediante la llamada “Causa Vialidad”. En las pruebas que se presentaron durante todo el juicio, Cristina Kirchner nunca fue mencionada. El caso fue marcado por la intervención de una élite judicial que, como consignan las investigaciones del diario Página 12, contaba con íntimos amigos del expresidente derechista Mauricio Macri. La Ministra de Seguridad de Macri, Patricia Bullrich, quien es también la responsable de la represión contra las manifestaciones en las calles de Argentina en el gobierno de Javier Milei, se habría reunido con el juez Jorge Gorini, encargado de apresar a Cristina Kirchner. Estos son solo algunos trazos del entramado jurídico, que confirman lo dicho por la Presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum: “es un asunto político”.
La condena que hoy pesa sobre la ex mandataria, es el más reciente episodio de la persecusión política contra gobiernos de izquierda en la región, y ocurre a pocos meses de las próximas elecciones en donde el gobierno de Javier Milei se juega la sobrevivencia de su proyecto político, para lo cual necesita mayoría en las cámaras.
Un día antes de que se diera el veredicto de la corte Argentina, la Coordinadora de Formación Intencional, Alina Duarte, entrevistó a Estela Díaz, Ministra de Mujeres y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires: aunque aún no se conocía el veredicto de la Corte, su testimonio nos permite reconocer cómo se llegó hasta el punto actual, que algunos analistas ya califican de ruptura del consenso democrático tras la dictadura de 1976 a 1982. La condena llega en medio de una lucha por la narrativa que disputa los cimientos ideológicos de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner:
“¿Qué significó la llegada de Milei en esos términos? Fue arrasadora. De entrada eliminó el Ministerio de las Mujeres, creado en 2019. Primero lo desjerarquizó, después lo eliminó por decreto[...] Atacó derechos concretos. Pero además, libró una batalla simbólica. Dice que la violencia de género no existe, que las brechas salariales y laborales son mentira, que hay igualdad ante la ley y que si cobramos menos, es porque no accedemos a los empleos mejor pagados. Como si fuera un problema individual. Esa es la lógica meritocrática, supremacista […] Y odia los derechos de las mujeres. Porque no es solo contra los feminismos o el colectivo LGBTIQ+, sino contra las mujeres mismas. Hay violencia política que habilita la violencia social.”, señala Estela Díaz.
Y esto resulta importante para reconocer el marco en el que se da el ataque a la expresidenta Cristina Kirchner, quien ha sufrido violencia política de género durante buena parte de su carrera política. Recordemos que mientras este caso estaba en tribunales, le dispararon a escasos centímetros de la cabeza, aunque la bala no salió. A la mañana siguiente, el diario Clarín amenazaba: La bala que no salió, el fallo que sí saldrá” Aunque mucha tinta se ha escrito sobre el proceso que llevó a la condena a Cristina Kirchner, Estela Díaz nos da un diagnóstico certero que va más allá de este caso particular, y que nos permite pensar el porqué las derechas pudieron avanzar electoralmente, tras la llamada primer oleada progresista en la región:
“Tuvimos restricciones, especialmente por la falta de dólares. Argentina tiene una economía bimonetaria. Crece la industria, pero necesitas importar. Y si no tenés dólares, hay un cuello de botella en el desarrollo. El período siguiente requería profundizar el modelo productivo, laboral y adaptarse a los cambios acelerados, como los que trae la inteligencia artificial. Los gobiernos populares del siglo XXI empezaron a toparse con estos límites. Tanto en lo económico como en lo político. Y también con límites en los liderazgos. Ahí aparecieron tensiones, inestabilidades, triunfos y derrotas cortas. Pasó en Brasil, en Uruguay, en Bolivia, y en Argentina. Ganan las derechas, pero por poco tiempo. Luego vuelve un proyecto popular, pero más moderado que el anterior. No va tan a fondo como en su primer ciclo.”
Así, no sólo es necesario pensar en lo que pasa en Argentina como un espejo en el cual reflejar y predecir las reacciones de las derechas en México, sino comprenderlo como parte de un proceso general y articulado que ha sufrido retrocesos que se pueden explicar tanto por factores internos, como por las posibilidades reales y concretas de dar solución a las contradicciones propias de economías dependientes. El encarcelamiento y la proscripción de Cristina Kirchner debe ser analizado en un marco de revancha política tras el desmantelamiento parcial del neoliberalismo salvaje, mediante la reindustrialización de la nación Argentina, la protección social a las y los trabajadores, el derecho a la pensión, y los salarios mínimos más altos de América Latina. Tras la prisión de Lula, la persecusión a Rafael Correa, y el desafuero de Andrés Manuel López Obrador en 2005, es evidente que la lucha política de izquierda y de los progresismos no puede más que entenderse dentro de un cariz continental.
“Ahí hay un tema fundamental que es la discusión de una transformación mucho más profunda y de la unidad e integración latinoamericana. Pensar que esto requiere ser continental es realmente fundamental, porque además ahora hay horizontes para pensarlo. Estados Unidos está en una crisis fenomenal y lo que hace Trump está dentro de un proceso de defensiva, de retroceso y de puesta en cuestión de su propia hegemonía. Y sin embargo hay alternativas como los BRIC donde otros países piensan en articulaciones entre los países pero respetuosas también de la sociedad. También allí hay oportunidades de comercio y de intercambio mucho más virtuoso. Ustedes [México] han hecho, además de una politización. una feminización. Me parece que en espacios multiculturales como nuestros países con lo indígena, con lo afro, con las mujeres -y con estas deudas sociales históricas hacia estos grupos- son ellos quienes tienen que estar en el centro del debate de los procesos de transformación y creo que es la gran deuda de Argentina” destacó la ministra Díaz.
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