
Tras un inicio de campaña en continuo declive, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció públicamente el 21 de julio su repliegue de la candidatura a la elección presidencial de noviembre próximo, argumentando que lo mejor para su partido y el país era que se retirara. El debate desastroso contra Donald Trump -que desató presiones desde el interior del Partido Demócrata para que Biden considerara ceder su candidatura a otro perfil-, así como el atentado al expresidente en un mitin de Pensilvania únicamente fueron elementos negativos que se añadieron a la socavada percepción del mandatario como potencial contendiente. Sin embargo, el mismo día en que realizó esa declaración, Biden también manifestó públicamente su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris, a fin de que fuera la candidata de los demócratas en la ya complicada campaña contra Trump. En este contexto, cabe preguntarse ¿quién es Kamala Harris?
La vicepresidenta tiene ahora los reflectores sobre ella, si se toma en cuenta el respaldo total del actual presidente de Estados Unidos. No obstante, incluso si el apoyo de Biden se considerara como un detrimento a su aspiración, también tiene un capital simbólico particular en torno a ella, que ha sido fomentado y constantemente fortalecido por importantes medios corporativos: mujer afroamericana de raíces jamaiquinas e indias, abogada con una visión progresista que se posiciona con un férreo apoyo a las minorías, los derechos reproductivos de las mujeres y el Black Lives Matter, así como de varios ‘récords’ personales dentro de su andar político, como ser la primera fiscal de distrito de San Francisco (2003), primera fiscal de general (2011) y primera senadora india (2017), ambos cargos en representación del estado de California, además de la primera vicepresidenta de Estados Unidos (2021), marcas que son complementadas con la continua enunciación de ser una mujer con origen indo-africano.
Harris nació en Oakland, California, el 20 de octubre de 1964, de padre jamaiquino y madre india. Se graduó en Ciencia Política y Economía por la Universidad de Howard y en Derecho por una filial de la Universidad de California. Su contexto, sin embargo, no podría identificarse como ‘desafiante’, si se consideran las condiciones raciales en Estados Unidos durante esa época, ya que su abuelo materno fue un burócrata y diplomático del Raj Británico, con cargos relevantes en las relaciones coloniales que el Reino Unido mantenía con India. Su madre fue una científica biomédica que logró avances en el campo de la Oncología y su padre es un economista que ha realizado contribuciones a la Teoría Económica desde posturas post keynesianas.
Previo a las campañas presidenciales a celebrarse en 2020, Harris participó en las primeras rondas del Partido Demócrata para la elección del candidato, pero se retiró de la contienda en diciembre de 2019. No obstante, durante el primer trimestre del siguiente año, ella respaldó la candidatura de Biden y éste la anunció como compañera de campaña en agosto, antes de los comicios.
Kamala Harris parece ser una política excepcional que ha roto todos los moldes. Entonces, ¿su historial sostiene las posturas progresistas que por dos décadas ha enunciado? Sí… aunque únicamente lo sea en la narrativa que ella ha construido y los medios que ahora la cobijan diseminan. Durante todo su periodo como vicepresidenta, Harris ha seguido puntualmente las políticas promovidas por Joe Biden. A pesar de que esto podría resultar evidente, pues el vicepresidente es un brazo político del presidente, Harris no sale del perfil militarista y represivo común en el establishment de Estados Unidos, pues no ha realizado cambios significativos en los puestos de poder que ha ocupado.
Cuando fue fiscal de distrito se opuso férreamente a la pena de muerte en su estado, pese a que esta postura desató detracciones importantes, incluso dentro de sectores que la habían apoyado. Sin embargo, en 2014 siendo fiscal general, intervino para mantener esta pena luego de que un juez la había declarado inconstitucional. Fue también duramente criticada por dificultar la rendición de cuentas por la corrupción que había en la policía de California y promover multas y el encarcelamiento de padres de estudiantes que constantemente faltaban a la escuela, lo cual generó un descontento importante porque usualmente estas medidas afectaban a población afroamericana y minorías en situación de vulnerabilidad.
Los discursos de campaña de los republicanos Trump y Vance definen socarronamente a Harris como la ‘César de la frontera’, aduciendo que con sus políticas los migrantes entran a raudales al territorio estadounidense, no obstante, durante el periodo de Biden, los arrestos a migrantes que cruzan la frontera ilegalmente han aumentado, la violencia hacia ellos se ha recrudecido y en discursos, Harris ha dicho tajantemente “no vengan, Estados Unidos continuará reforzando sus leyes y frontera […] si vienen a nuestra frontera serán regresados”. Incluso, en un mitin en Atlanta, el 30 de julio de 2024, ella se jactó de haber sido más severa con los migrantes que Trump.
En la política exterior, fuera del tema migratorio con Latinoamérica, Harris ha mantenido un discurso reprobatorio hacia la invasión rusa a Ucrania e incluso, en febrero de 2023, declaró que Rusia había cometido crímenes de guerra, por lo que, apoyó en diversas ocasiones el financiamiento general que Estados Unidos autorizó para Ucrania, incluyendo aquel destinado a armamento; en junio de 2024, 1.5 mil millones de dólares más fueron autorizados. Por otro lado, desde que Israel inició los bombardeos a la Franja de Gaza como respuesta al ataque de Hamás del 07 de octubre de 2023, ella defendió el “derecho que Israel tenía de defenderse”, sin embargo, en diciembre de ese mismo año ya matizaba que no debía de confundirse a Hamás con los palestinos. En julio de 2024, tras reunirse con Benjamín Netanyahu en su visita a Washington, Harris declaró que era hora de terminar la guerra en Gaza debido a las numerosas muertes de civiles inocentes. No obstante, siendo senadora en 2017, Harris declaraba en el AIPAC, el lobby sionista más importante de Estados Unidos, que “apoyaba el compromiso de proporcionar a Israel 38 mil millones de dólares en asistencia militar por la siguiente década”. Hasta este momento, no ha declarado ni ha dado atisbo a la posibilidad de que Israel haya cometido crímenes de guerra.
Esta retórica de doble rasero ha sido común en el actuar de Kamala Harris, erigiendo a los aliados estadounidenses como actores que deben ser matizados y entendidos, en una suerte de biopolítica que determina qué vidas valen más que otras, tanto al interior como al exterior del país.
Es usual que Harris realice discursos rodeada de integrantes de colectivos LGBT+ o de mujeres para mantener esta idea de que apoya firmemente a las minorías. En 2022, ganó notoriedad cuando criticó duramente al Tribunal Supremo por eliminar el derecho constitucional al aborto, lo cual reforzó su imagen como defensora de los derechos reproductivos. De igual forma, constantemente ha utilizado el derecho al voto de desempate en el Senado que ostenta por su cargo vicepresidenta del país, lo cual no hace sino evidenciar el nivel de pugna que existe con el Partido Republicano, ahora que en este periodo la cámara se divide en partes iguales para ambos partidos.
Kamala Harris ha navegado por un sinfín de claroscuros durante su carrera política, de la cual destaca el pragmatismo que manifiesta para moldearse a las estructuras en las que se incorpora, utilizando la diplomacia a su favor y manteniendo un discurso que muchas veces contrasta con las acciones efectivas que realiza desde el poder.
El 22 de agosto de 2024, tras 4 días de la Convención Nacional Demócrata en Chicago, Harris públicamente ‘aceptó’ la nominación a la presidencia de ese país para competir contra Trump. Harris y Tim Walz, gobernador de Minnesota, conforman una dupla que cuenta con un amplio respaldo del Partido Demócrata y sus simpatizantes, pues pocos días después de anunciar su probable candidatura, reunió más de 200 millones de dólares para su campaña por parte de diversos donantes, muchos de ellos miembros de Comités de Acción Política, dentro de los cuales se destacan personajes como Reed Hastings, cofundador de Netflix.
Finalmente, más allá de intentar analizar cuáles podrían ser sus propuestas definidas como candidata y si mantendrá esta ‘practicidad política’ que la caracteriza, lo que resta preguntarse es si es posible que ella pueda vencer el discurso pugnaz de Donald Trump y sobreponerse de la mala percepción que la administración de Biden ha dejado. No obstante, a su amplio capital simbólico y repertorio de marcas personales en su andar político podría sumarse el más relevante y al que los medios corporativos redujeron en 2016 a Hillary Clinton: el de ser la primer mujer presidenta de la historia de los Estados Unidos de América.