Análisis: Lula y Sheinbaum: Hacia una nueva alianza para América Latina Entrevista a Danilo Martuscelli
- Internacional
- 5 ago
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Por: Axel García Ancira
Coordinación Internacional - INFP Morena
¿Es posible una alianza latinoamericana sin el liderazgo de México y Brasil? ¿Qué podría representar una zona común latinoamericana y por qué hablar de latinoamericanismo hoy en día? La idea de una América Latina unida no es nueva, y es tan antigua como la historia de las independencias de América Latina. Nos podemos remontar a dos documentos, la Carta de jamaica (1815) y el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826), que serían los primeros esbozos para establecer la unión de lo que años más tarde se llamaría la América Latina o Nuestra América, aludiendo al bello ensayo de José Martí. Pero desde muy pronto la cercanía geopolítica de México con el gobierno de los Estados Unidos fue un lastre para la obtención del sueño bolivariano, en franca oposición al proyecto esclavista norteamericano y al todavía gobierno imperial de Brasil (que obtendría su independencia desde 1822, pero que continuaba bajo un régimen monárquico).
En la época contemporánea, la llegada de Andrés Manuel López Obrador, tras la larga noche neoliberal, por fin permitió que en México pudiera discutirse la integración latinoamericana. Aunque México se encontró rodeado de gobiernos a la derecha en toda la región (Macri, Bolsnaro, Piñera, Duque, Moreno por citar los principales), llegaron con retóricas xenófobas e intereses de mejorar su relación comercial y política con los Estados Unidos. Así parecía difícil volver a lo que apenas una década atrás con el ALBA y la UNASUR parecía delinear las posibilidades de una unión regional.
Con la llegada de Lula al poder en Brasil en 2023, se dio el comienzo de una nueva época, sin embargo y al mismo tiempo también se intuía una competencia por el liderazgo regional. La relación de México se centró más en lo que podríamos denominar como su zona de influencia, (Centroamérica y el Caribe), mientras que Brasil tenía que surfear con la llegada de un Javier Milei dispuesto a dinamitar todo proyecto de integración comercial para abrir su economía a otras regiones como la Unión Europea. Por ello, el acercamiento de México y Brasil, o de Claudia Sheinbaum y Lula da Silva, no puede ser leído de forma superficial. Si bien es pronto para un entusiasmo inusitado, y se trata de un acercamiento producto de la necesidad ante la arremetida arancelaria y racista de Donald Trump; la llamada entre Lula y Sheinbaum podría también ser el primer paso hacia una alianza comercial entre las dos naciones con economías más fuertes de la región. Para valorar el peso histórico de este momento invitamos al Dr. Danilo Martuscelli, quien es doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad Federal de Uberlandia. El Dr. Martuscelli nos explica en qué momento surge esta convergencia y en quétérminos concretos podría darse un primer intercambio comercial:
“Es muy productivo pensar en términos de una convergencia del progresismo para pensar una agenda de un conjunto de acciones que se puedan promover conjuntamente y ampliar para otras experiencias, especialmente hacia los países dependientes y también dentro del bloque China, Rusia, -el bloque de BRICS-. Pero hay muchas dificultades en esa relación. Primero porque en términos de relaciones comerciales, Brasil y México tienen una relación casi inexpresiva en términos de balanza comercial. O sea, la participación de Brasil en las exportaciones de México es de 0.6%. La participación en las importaciones de México es de 1.7% cuando comparado con los Estados Unidos, México exportó 83.3 en 2025 a los Estados Unidos. 40% de sus exportaciones vienen de los Estados Unidos […] Claudia Sheinbaum habló de industria farmacéutica, de etanol también la prensa habló de acuerdos aeroespaciales, innovación, educación, productos agrícolas, biodiesel”. explicó.
Para Danilo Martuscelli las posibilidades de este nuevo acercamiento también dependen del análisis concreto que se puede hacer, sin perder de vista la diferencia de dos procesos que se pueden caracterizar como progresistas, pero que no pueden equipararse sin conocer la relación de fuerzas a lo interno. De ello dependería la audacia con la que se puede pensar en una nueva posibilidad de política regional postneoliberal.
“Creo que hay una diferencia muy marcada entre la experiencia actual de gobierno del PT, con Lula, y el gobierno de Morena, con Claudia Sheinbaum en este momento. Ambos pueden ser caracterizados como gobiernos que se enmarcan en el progresismo, porque comparten una mirada más igualitarista, una visión que defiende soluciones a problemas sociales y que apunta a los derechos de los más pobres, de los más vulnerables económicamente, y que deben tener una pauta más activa en términos de defensa de la soberanía nacional. Sin embargo, al mismo tiempo, presentan rasgos y condiciones políticas muy distintas. Todos los gobiernos del PT, desde la primera victoria de Lula en 2002, surgen en un contexto de descenso de las luchas populares en Brasil, así como de un debilitamiento de los sectores sindicales más combativos, lo cual tuvo un reflejo en su política a lo largo de los años 2000. Entonces, al comparar esas dos experiencias recientes, creo que hoy se crean condiciones para acciones conjuntas, pero también persisten dificultades, ya que no existe un historial de largo plazo entre ambos países en términos de relaciones comerciales, económicas o incluso políticas e ideológicas” enfatizó.
Sin dejar de reconocer los retos que implica cualquier intento de intercambio comercial que pretenda no afectar a la soberanía de los países, la industrialización y el mercado interno, la necesidad de una integración regional es un asunto que va más allá del hallazgo de sectores complementarios, como puede ser el energético, o el intercambio de experiencias en tecnologías. La creación de bloques multilaterales al interior de la región latinoamericana también es un marco de defensa ante los intereses imperialistas y neocoloniales. Si en el período de las independencias el sueño bolivariano especulaba con la posibilidad de la asistencia militar para impedir las invasiones de naciones europeas o estadounidenses, en la actualidad, la integración tiene como objetivo que nuestros intercambios comerciales puedan realizarse fuera del “imperio del dólar”, que los recursos naturales pudieran estar protegidos por instancias supranacionales, y que el desarrollo de la región sea una tarea compartida, con pleno respeto a las soberanías. En un momento de intercambio de la hegemonía mundial, la posibilidad de una unión latinoamericana, que en buena parte depende de México y Brasil, marcará las posibilidades de negociación de cada uno de nuestros países, y quizá el inicio de la verdadera utopía nuestroamericana.
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