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Google se somete a Trump y renombra Golfo de México como Golfo de América

Internacional

Por Axel García A.


Un hecho que está resonando en los noticiarios de todo el mundo es que Google ha decidido cambiarle el nombre en su famosa aplicación Google Maps al Golfo de México. Aunque aclara que esta decisión sólo se vería reflejada de manera cabal en los Estados Unidos, también se ha filtrado que en el resto del mundo aparecerán ambos nombres: Golfo de América y Golfo de México, y sólo en México (¿Y en Cuba?) se vería como es su nombre real reconocido por la ONU: Golfo de México.  En este artículo veremos por qué dicha decisión no sólo representa un alineamiento del gigante tecnológico (que es el buscador más usado del mundo y la tercera empresa más rica del planeta) con los intereses expansionistas del presidente republicano Donald Trump, sino que al mismo tiempo constituye una sobreinterpretación del mandato de su orden ejecutiva, puesto que el dominio territorial de las aguas frente a las costas de los Estados Unidos no constituye de ninguna manera un golfo.


Primero, necesitamos entender qué es un golfo.  Lo podemos definir como una región de océano rodeada por tierra en tres de sus lados. Un ejemplo claro que México tiene al interior de su territorio es el Golfo de California, y por supuesto, una gran parte del Golfo de México, el cual compartimos con Cuba, que por estar justo en esta latitud fue llamada la llave de América.


Ahora bien, ¿puede un mandatario cambiar un nombre a un golfo? Esto depende de la diplomacia y de los acuerdos entre los países.  Por ejemplo, AMLO en pasados años abogó por la preferencia del uso del nombre de Golfo de California sobre el de Mar de Cortés. Pero, como veremos a continuación, las razones son muy distintas, y las motivaciones son de un imaginario anticolonial. Además, este golfo está enteramente en aguas mexicanas, por lo que su denominación es un asunto soberano.


En el caso del Golfo de México, el nombre responde no sólo a la división política actual, sino a la historia del dominio territorial, a la soberanía de los países que lo componen: Estados Unidos, Cuba y México.


Así que lo único que podría hacer D. Trump es replicar algunas prácticas que de hecho ya suceden, como en el caso del Rio Bravo, que en Estados Unidos le llaman Río Grande, sin que esto haya modificado jamás la forma en que se le llama en México.


Pero en el caso del Golfo de México, Estados Unidos, como ya lo recomendó la presidenta Claudia Sheinbaum, es preciso leer la letra chica de este supuesto cambio de denominación. Transcribimos literalmente la orden ejecutiva:


“El Secretario del Interior tomará todas las medidas apropiadas para cambiar el nombre de “Golfo de América” a la zona de la Plataforma Continental de los Estados Unidos delimitada al noreste, norte y noroeste por los estados de Texas, Luisiana, Misisipi, Alabama y Florida y que se extiende hasta el límite marítimo con México y Cuba”.


Para poder comprender a cabalidad la orden, es necesario reconocer el significado de plataforma continental, la cual puede definirse como “superficie de un fondo submarino cercano a la costa, comprendido entre el litoral y las profundidades no mayores de 200 metro(s)”.


En resumen, podemos considerar que lo que Trump está denominando Golfo de México, es en realidad la franja de litorales de su país dentro del actual Golfo. Pero entonces existe un problema lógico, porque con la totalidad de extensión de los estados arriba citados, no puede considerarse de ninguna manera que eso sea un golfo, según la definición previamente vista, de la misma forma que, por ejemplo  nadie podría volver a nombrar una calle sólo en el espacio que hay frente a una determinada casa. Renombrar al golfo entero a partir de esa orden es un error lógico, y hasta toponímico.


Y aunque pudiera considerarse una provocación, no hay que perder de vista que esto consiste en una violencia simbólica, y un borramiento de la nomenclatura de lo mexicano, para exacerbar sentimientos racistas y supremacistas desde los Estados Unidos. Si desde el feminismo se afirma que lo que no es nombrado no existe, podemos extrapolarlo para entender la necesidad de defender la denominación de Golfo de México, así como cuestionar los aires nostálgicos de una Doctrina Monroe que hoy encarna Trump, y que suspira por una América para los Norte-Americanos.


Aunque la llegada a Estados Unidos del presidente Tump está representando para la región una tensión, que ya desemboca en el llamado urgente a una reunión de la CELAC, el cambio de nombre del golfo, así como el acatamiento de Google, aparentemente salomónico, es parte de una violencia que nos recuerda el borramiento de Palestina de sus mapas, con lo cual se busca legitimar el expansionismo y colonialismo de Israel.  Con estos antecedentes,no podemos dejar de denunciar desde México y Cuba lo que pareciera la confirmación de un gobierno tecno-imperial. No es, por supuesto, sólo una cuestión de nomenclatura, sino como parece evidente, del control de los recursos naturales del golfo.


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