Por: Bruno Guerrero
El lunes 20 de enero Donald Trump asumió el cargo como el 47.º presidente de los Estados Unidos. Atrás quedaron las imágenes del Asalto al Capitolio tras su derrota en la contienda electoral de 2020, las cuales contrastan con las de la ceremonia a la que asistieron algunos de los empresarios más influyentes de Norteamérica y otras regiones del mundo, junto con figuras destacadas de la ultraderecha internacional.
El domingo 19 de enero, en un multitudinario evento en Washington D.C., presentó su plan de gobierno con prioridades inmediatas y una lista de cien órdenes ejecutivas para su mandato de 2025 a 2029. Sin embargo, entre estas medidas no figuran políticas de mejoras a las condiciones laborales de los trabajadores, la creación de un sistema de salud público, ni el fortalecimiento del acceso a la educación. Estas demandas, que en muchos países desarrollados son consideradas derechos universales, siguen estando fuera de la agenda política en Estados Unidos.
Entonces, ¿qué ofrece Donald Trump al pueblo estadounidense en estas cien órdenes ejecutivas? Durante su campaña, así como en el contenido de la mayoría de estos decretos iniciales, Trump ha prometido medidas en materia migratoria, seguridad y desarrollo energético, con un enfoque que desprecia el colapso climático que afecta al planeta.
Entre los decretos ejecutivos que Trump firmó en su primer día en la presidencia destacan órdenes centradas en cuestiones migratorias y de "seguridad nacional", tales como:
Declaración de emergencia nacional en la frontera sur.
Detención inmediata de entradas ilegales.
Retorno de millones de extranjeros indocumentados a sus países de origen.
Anulación del derecho al asilo para la mayor parte de los migrantes
Reinstauración del programa “Permanece en México”.
Fin de la práctica de “captura y liberación”.
Envío de tropas para detener la “invasión” en la frontera.
Designación de los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras.
Uso de la ley de enemigos extranjeros (1798) para combatir pandillas y grupos criminales.
Aunque los decretos ejecutivos no tienen la misma fuerza que una ley, representan una guía clara sobre las políticas que podemos esperar durante el segundo mandato de Trump. Además, funcionan como una brújula que señala las aspiraciones de la oligarquía tecnológico-industrial estadounidense, que impulsa la materialización de su proyecto de nación.