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Análisis: De Palestina al Sahel. Luchas Anticoloniales

  • INFP
  • 16 oct
  • 6 Min. de lectura

Entrevista a Alex Anfruns 

Por Axel García Ancira



Una de las principales carencias que se demuestran día con día ante la expansión imperialista radica en la dificultad para entender las luchas anticoloniales en distintas regiones del mundo. Analizar la larga resistencia del pueblo palestino, o las propuestas de panafricanismo que surgen tras la rebelión de los países del Sahel, nos permite reconocer aspectos específicos sobre el futuro geopolítico de la humanidad, pero más importante aún,  tender puentes entre proyectos, procesos, y resistencias que buscan distintas vías rumbo a la emancipación.  Por ello, invitamos a Alex Anfruns, destacado Investigador del panafricanismo, documentalista en Palestina,  periodista y autor de varios libros y artículos indispensables para comprender la etapa actual de las luchas anticoloniales en  África.  Nos referimos en particular a la AES (Asociación de Estados del Sahel), que ha cuestionado la presencia francesa y estadounidense en la región, y apuesta fuertemente por un combate frontal a un neoliberalismo en una región que, como en México conocemos bien, el capitalismo no puede desligarse de su versión más sangrienta y ligada a organizaciones criminales. 


“El 16 de septiembre se cumplieron dos años desde la creación de la AES. Hay que inscribir esa alianza que no solo es a nivel militar, porque hay que recordar que estamos hablando de tres países gobernados por ejércitos nacionales que defienden la soberanía. Estamos hablando de Mali, de Níger y de Burkina Faso. Pero esta alianza no solo es una alianza a nivel militar, que fue lo que llamó más la atención tras el golpe de Estado en Níger y la amenaza de guerra, en agosto de 2023. Hubo un golpe de Estado que depuso al presidente títere que históricamente había sido una persona que trabajaba para los intereses de Francia en particular. La intervención del ejército nigerino fue un golpe de Estado, efectivamente, pero sin derramamiento de sangre, sin violencia y con amplio apoyo popular. A finales de julio de 2023 y las primeras semanas de agosto, aquel golpe de Estado supuso una amenaza de guerra, de invasión por parte de Francia, y una serie de medidas de la Unión Europea, Estados Unidos y, a nivel regional, también de la CDAO, que es un organismo regional. Hubo medidas de bloqueo, sanciones y amenazas de guerra. Ante esa situación se produce algo histórico en el continente africano: tres países hermanos de la región del Sahel se levantan y proclaman una unidad, un pacto de defensa militar en el cual rechazan toda injerencia, toda invasión, toda guerra contra un país. […] Frente a ese callejón sin salida surge esta nueva dinámica de tres países, la Alianza de Estados del Sahel, en la cual una voz muy importante que está llegando a nivel internacional es la de Ibrahim Traoré.”

Quizá el caso más sonado en este lado del hemisferio es el de Ibrahim Traoré, quien representa en Burkina Faso la reactivación contemporánea del proyecto anticolonial africano interrumpido con el asesinato de Thomas Sankara. Traoré promueve la nacionalización de sectores estratégicos y el control nacional de los recursos naturales. Insiste en que el desarrollo debe ser endógeno, es decir, basado en las capacidades y las necesidades internas, no en los dictados del FMI o del Banco Mundial. Ese discurso conecta con la crítica anticolonial clásica al subdesarrollo inducido desde las potencias, por lo que su liderazgo en Burkina Faso parece tender puentes con el progresismo latinoamericano. Ahora bien, más allá de la retórica, ¿Ibrahim Traoré y los países de la AES están llevando a cabo una revolución?


“Cuando escuchamos a Ibrahim Traoré reunir a los capitalistas de su país […]él les dice: Esa importación, ustedes, con las ganancias que hacen, tienen que dedicarle una parte, un porcentaje, a la producción nacional, Cuando él es capaz de reunir a esa gente que tiene poder y les dice: Ustedes van a tener que rendir cuentas; está poniendo encima de la mesa un cuestionamiento. Y cuando se plantean toda una serie de proyectos de soberanía, yo creo que siempre se recuerda que el beneficiado debe ser el pueblo. En el caso de Níger, que es el caso más estudiado, hay una serie de medidas sociales claras como la reducción del precio, del costo de ciertos servicios médicos, de una serie de materiales —por ejemplo, de construcción, de cemento, etcétera—. Bueno, hay también reducción de precio de alimentos básicos. Siempre estos procesos que nosotros podríamos considerar,  en el buen sentido del progreso para la humanidad, se han conducido de manera original. Yo creo que no hay que ver una reproducción de otras experiencias […] Se están creando mecanismos para, poco a poco, reducir la dependencia de la ayuda. Es decir, a nivel incluso filosófico, la mentalidad que se está planteando y también a nivel de la doctrina —por ejemplo, de defensa—. […] Verdaderamente estos tres países tienen un discurso de rechazo total de la injerencia extranjera y de identificación de muchos de los problemas que han estado surgiendo como resultado de esa injerencia, y en particular el problema del terrorismo, que —si escuchamos el discurso de estos dirigentes— ha sido un fenómeno alimentado, financiado y entrenado por potencias extranjeras.”

Cuando hablamos de una región  en donde la violencia parece ser intrínseca, perenne e inmutable, pudiera ser fácil asumir que fenómenos como el “terrorismo” exceden las capacidades de reacción de los endebles sistemas estatales, asediados por bandas y grupos fundamentalistas. Preguntamos a Alex Anfruns sobre qué hay detrás de ese fenómeno complejo que muchas veces se banaliza bajo la etiqueta del “terrorism”o. 

Realmente, cuando uno se interesa en las realidades del continente africano, el extremismo religioso confesional no corresponde a las prácticas que se observan; o sea, es algo verdaderamente artificial y visto como algo que no corresponde a las tradiciones ni a la manera de ver las cosas de las poblaciones. Entonces, esta cuestión del terrorismo en la región del Sahel vino traída a través de la guerra de Malí, y a su vez venía de la guerra de Libia. Por lo tanto, hay una continuidad entre la intervención occidental en las guerras de Occidente y el fenómeno de la extensión del terrorismo. En la actualidad hay una redefinición del terrorismo, y el presidente de Malí, Assimi Goïta, incluso en un discurso dijo que hay diferentes tipos de terrorismo: el terrorismo comunicacional, el terrorismo económico y el terrorismo de los grupos armados, lo cual, de alguna manera, es muy interesante porque está desmontando ese discurso de lucha contra el terrorismo en un solo nivel, como si se tuviera que luchar enviando ejércitos. Es una manera muy interesante de abordar el problema, porque no se ha visto ni en Irak ni en otros escenarios una eliminación de ese problema, sino más bien una multiplicación; se está fomentando [en el Sahel] ese mismo problema.  Así que, en el Sahel africano es un desafío pendiente, pero está siendo abordado de manera muy interesante.

Y la lucha anticolonial, enfrenta distintos retos, pero es justamente desde el derecho de los pueblos de su autonomía, del derecho a un Estado y del respeto a sus territorios, lo que nos podría permitir también hacer una valoración que trascienda lo coyuntural, y nos permita también conocer qué panoramas podemos esperar ante un acuerdo de paz para Oriente Medio que se firma sobre los escombros de un pueblo, y en medio del espectáculo soez de la visita de Trump a Israel, quienes ríen juntos socarronamente ante la tragedia que la misma ONU y decenas de países en el mundo, incluyendo a México, señalan como un genocidio.

“Creo que en el sionismo ha existido esta visión, esta estrategia de dividir también a las fuerzas políticas palestinas. Entonces, toda tentativa de unión de una estrategia única y de un rechazo de la injerencia extranjera me parece la clave para encontrar el camino de la liberación para el pueblo palestino. Creo que hay algunos líderes, por ejemplo, que el Estado sionista no quiere liberar precisamente porque son valorados por diferentes tendencias y corrientes políticas, incluso teniendo en cuenta que corresponden a visiones muy diferentes: partidos políticos laicos y otros confesionales. Y sin embargo, hay figuras políticas que, por el hecho de—por ejemplo, en el caso de Marwan Barghouti, secretario general de Fatah—haber sido encarcelado ya hace 23 años, por haber defendido esa unidad y por ser una persona que no ha estado involucrada en asuntos de corrupción, como sí ocurre con otros dirigentes de la Autoridad Palestina, tienen esa capacidad de adhesión de diferentes corrientes, y la sociedad palestina valora ese liderazgo. El Estado sionista tiene muy claro que hay que impedir que emerjan esos liderazgos. Su principal objetivo es dividir y tratar de que los palestinos se enfrenten entre ellos […] Creo que la presión popular internacional es necesaria para terminar con este fenómeno, que tiene implicaciones y complicidades a nivel internacional.”


Te invitamos a ver la entrevista completa en: https://www.youtube.com/watch?v=EnV14DY-hNw


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