Análisis: Un exboina verde en la embajada de Estados Unidos: Entrevista al Dr. Héctor Javier Sánchez Pérez
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Actualizado: hace 19 minutos
Por: J. Axel García Ancira Astudillo
Coordinación Internacional INFP
Si contáramos la historia de México a partir de la lectura total de los archivos de la embajada estadounidense en México, a lo largo de los 200 años de vida independiente del país, podríamos encontrar pruebas de un actor siempre relevante en la escena nacional, cuya influencia quizá obligaría a plantear una hipótesis: la soberanía mexicana depende de la fuerza con que México pueda posicionarse ante los enviados de la Casa Blanca. Desde el mítico Joel R. Poinsett, quien intervino activamente en asuntos internos de la naciente nación mexicana, pasando por el tristemente célebre Henry Lane Wilson, protagonista de la Decena Trágica en la que fueron asesinados Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, hasta llegar a Ken Salazar, de alegre sombrero texano, pero que se entrometió al final del gobierno de López Obrador con opiniones no solicitadas sobre la Reforma Judicial, la embajada ha sido un espacio de intrigas y confabulaciones en defensa de los intereses imperialistas. Desde ahí se ha ordenado a presidentes mexicanos como Luis Echeverría y Díaz Ordaz, quienes fueron agentes de la CIA, se han defendido los intereses de las petroleras norteamericanas en tiempos de Cárdenas, y se ha espiado a líderes de izquierda, como el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Con la llegada del magnate Donald Trump al poder, se consolidó el nombramiento del embajador Ronald Johnson, de origen castrense, con grado de coronel, activo durante la contrainsurgencia en la guerrilla de El Salvador en los años ochenta y amigo del presidente Nayib Bukele. Para desentrañar qué retos le esperan a México con el recomendado del Secretario de Estado, el ultraderechista Marco Rubio, entrevistamos al Dr. Javier Sánchez Pérez, investigador titular del Colegio de la Frontera Sur.
La participación de Johnson en la contrainsurgencia en Centroamérica no se limita al “Pulgarcito de América” (El Salvador), sino que, recuerda Javier Sánchez: “él estuvo involucrado en el escándalo de Irán-Contra (…) principalmente en el caso de Nicaragua. De hecho, fue sentenciado por retener información que debía haber entregado al Congreso, pero, como ya sabemos, los presidentes tienen la facultad de perdonar, amnistiar o usar la figura que consideren.”
Recordemos brevemente en qué consistió el caso Irán-Contra. Durante la presidencia de Ronald Reagan, la CIA traficó influencias con cárteles colombianos y mexicanos, a cambio de armas y entrenamiento para los contras de Nicaragua, un grupo anticomunista formado y financiado por Estados Unidos cuyo objetivo era combatir al gobierno sandinista. Con esto, desde hace décadas quedó evidenciado el tráfico de armas de Estados Unidos a países que considera enemigos, así como sus alianzas con los cárteles de drogas, de los cuales se ha servido, tal como ocurrió con sus vínculos con Al-Qaeda o con Manuel Antonio Noriega, quien también aparece en el currículum del flamante embajador estadounidense en México.
“Si recuerdan el caso de Manuel Antonio Noriega, hablo de la invasión de Estados Unidos de 1989-1990, en donde hubo miles de muertos —algunos dicen 350, otros 500—. Esto ocurrió en la destitución de Noriega, quien finalmente pidió ayuda en la sede del Vaticano, y después sabemos cómo acabó… Noriega fue un gran aliado de Estados Unidos, y cuando dejó de servirles, lo desestabilizaron y hicieron lo que ya sabemos.” Noriega cumplió múltiples condenas y murió en prisión domiciliaria tras ser abandonado por su mentor, Estados Unidos.
Si pensamos en contrainsurgencia en América Latina y en la Operación Cóndor, una parada obligada está en la Escuela de las Américas, un centro de adiestramiento dirigido por Estados Unidos para preparar comandos de los ejércitos latinoamericanos en guerra sucia y terrorismo de Estado. Johnson forma parte de esta estructura:
“Estuvo involucrado en la capacitación de fuerzas salvadoreñas en la Escuela de las Américas, donde miles de militares se han entrenado en torturas, contrainsurgencia, formación de escuadrones de la muerte y métodos de tortura. Lo vimos, por ejemplo, con los kaibiles en Guatemala, y varios oficiales de México que también estuvieron allá capacitándose en esta infortunada Escuela de las Américas, que por cierto estuvo en Panamá un tiempo, hasta que lograron cerrarla, pero esta sigue operando en Estados Unidos”, comentó Sánchez Pérez.
Pero las consecuencias de esta contrainsurgencia no se limitan a la ominosa violación de los derechos humanos, la tortura, desaparición forzada y genocidio contra comunidades campesinas e indígenas en El Salvador, Nicaragua y Guatemala. Los kaibiles, mencionados por el Dr. Sánchez, terminaron siendo responsables del entrenamiento militar de cárteles mexicanos como el de Sinaloa y el de Los Zetas. En otras palabras, hay una responsabilidad directa en la creación y fortalecimiento de los grupos criminales que hoy Estados Unidos dice querer combatir en territorio mexicano.
Ante este historial, es necesario preguntarnos a qué se enfrenta México con la llegada de un militar a la Embajada, cuya principal acción pública fue reunirse con el ultraderechista y fanático religioso Eduardo Verástegui. Para el académico mexicano, la posibilidad de una desestabilización está latente y opera en varias escalas:
“Sabemos que a Trump le interesa, según él, el tema de la inseguridad y la violencia asociada al narcotráfico mexicano, que ya ha sido incluso catalogado como terrorismo por las leyes de Estados Unidos. En ese marco, el gobierno estadounidense se arroga la facultad de intervenir en cualquier parte del planeta contra organizaciones consideradas terroristas. Aquí cabría preguntarse si también se actuaría contra la Asociación Nacional del Rifle dentro de Estados Unidos, o contra los mismos cárteles que operan en su territorio. También debemos considerar cómo el discurso del gobierno estadounidense se despliega en el contexto reciente de hechos trágicos, como el asesinato de dos colaboradores de Clara Brugada en la capital del país. Fue a partir de ese suceso que Marco Rubio declaró que en México, efectivamente, la violencia es una realidad innegable. Tampoco podemos descartar la posibilidad de que se estén llevando a cabo ciertas acciones, mayores o menores, orientadas a debilitar al actual gobierno mexicano con el fin de lograr un mejor y mayor control territorial por parte de Estados Unidos. Esto ocurre en un momento en que, como ya ha reconocido el propio vicepresidente Mike Pence, Estados Unidos tendría que irse acostumbrando a que su hegemonía global ha llegado a su fin”, agregó Javier Sánchez.
Ante la presencia de grupos del crimen organizado, Estados Unidos estaría buscando convertir a México en un cliente en materia de defensa nacional, con lo cual, si se delegara la defensa del territorio a una potencia extranjera, se podría caer en una dependencia en todos los rubros, y México podría quedar permanentemente extorsionado y ceder soberanía de todo tipo, tal como ocurre con Ucrania, y se vio en la “negociación” grabada ante las cámaras entre Donald Trump y Volodímir Zelenski.
Te invitamos a ver la entrevista completa en el siguiente enlace: